Cuaresma 2024[1]
Ciclo dominical B:
Celebrar la Kénosis y la glorificación de Jesucristo, el Señor
(Material preparado por el Pbro. Mario Haller)
Propuesta a modo de lectura transversal para toda la Cuaresma
Texto bíblico:
Lectura del Fil. 2, 6-11 (segunda lectura del Domingo de Ramos).
“Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor».”
Texto eucológico (litúrgico)
Plegaria Eucarística I de la Reconciliación
Prefacio
“Porque no dejas de alentarnos a tener una vida más plena,
y, como eres rico en misericordia,
ofreces siempre tu perdón
e invitas a los pecadores a confiar sólo en tu indulgencia.
Nunca te has apartado de nosotros,
que muchas veces hemos quebrantado tu alianza,
y por Jesucristo tu Hijo, nuestro Redentor,
tan estrechamente te has unido a la familia humana
con un nuevo vínculo de amor,
que ya nada lo podrá romper.
Y ahora, mientras le ofreces a tu pueblo
un tiempo de gracia y reconciliación,
alientas a esperar en Cristo Jesús
a quien se convierte a ti
y le concedes ponerse al servicio de todos los hombres,
confiando más plenamente en el Espíritu Santo”.
Introducción a los domingos de Cuaresma – Ciclo “B”.
La cuaresma es ante todo la proclamación del itinerario de nuestra salvación que culmina en la Pascua, la cual da sentido a toda la historia y la recapitula.
Nos preparamos durante cuarenta días para celebrar la Pascua de Jesús, que es fundamentalmente su muerte, su sepultura y su resurrección: su paso de este mundo al Padre (Jn 13,1). Importa no perder de vista esta centralidad y finalidad de la Pascua.
La cuaresma es un camino hacia la Pascua y es bueno en este itinerario litúrgico-existencial conocer de antemano los pasos que domingo a domingo los cristianos tenemos que dar.
El tiempo cuaresmal-pascual tiene como constante su centro: la gran vigilia pascual con su tradicional preparación en el tiempo de la Cuaresma y su prolongación con la cincuentena pascual. No obstante, presenta variantes en cada uno de sus ciclos: esto hace que cada ciclo cuaresmal reciba un nombre propio: ciclo bautismal (A), ciclo cristológico-pascual (B) y ciclo penitencial (C) (J. Castellano, El año litúrgico, memorial de Cristo y mistagogía de la Iglesia, Barcelona, CPL, 1996, 134-145).
“Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor — la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico—, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios?” (Benedicto XVI, Mensaje Cuaresma 2011, no 2).
“Las lecturas de los domingos de Cuaresma están bien organizadas, y hay que tenerlas en cuenta en su conjunto. […] Las lecturas del año B ponen su atención en el tema de la alianza y en el misterio pascual de Cristo. Son una invitación a descubrir a Cristo, que en su misterio pascual se ofrece en sacrificio para nuestra salvación, para renovar la alianza, para hacerla «nueva y eterna»”. (J. Aldazábal, Enséñame tus caminos 9. Domingos ciclo B [Agape Libros, Bs.As. 2005] 110).
El comienzo de la Cuaresma se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, propio de la Liturgia del Miércoles de Cenizas. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal.
Los Domingos de Cuaresma del Ciclo B[3]
El ciclo cristológico-pascual de la Cuaresma
AT
Progresivas alianzas de Dios con su pueblo |
Apóstol
Progresiva catequesis en relación al AT y el Evangelio |
Evangelio
Misterio de muerte y glorificación del Hijo |
|
Domingo 1
Domingo de las tentaciones |
Gén 9, 8-15
Alianza de Dios con Noé, liberado del diluvio. |
1P 3, 18-22
Todo esto es figura del bautismo por el ahora ustedes son salvados. |
Mc 1,12-15
Fue tentado por Satanás y los ángeles le servían. |
Domingo 2
Domingo de la transfiguración |
Gén 22,1-2.9-13.15-18
El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe. |
Rom 8,31b-34
Dios no perdonó a su propio Hijo. |
Mc 9,1-19
Este es mi Hijo muy querido. |
Domingo 3
Domingo del anuncio de la Pascua, fundamento de la Nueva Alianza (Jesús templo destruido y re-construido) |
Ex 20,1-17
La Ley fue dada por medio de Moisés. |
1Cor 1,22-25
Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero sabiduría de Dios para los llamados. |
Jn 2,13-25
Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar. |
Domingo 4
Domingo del anuncio de la salvación en Cristo (la serpiente levantada como prefiguración de la cruz) |
Jer 31,31-34
Estableceré una nueva alianza y no me acordaré más de su pecado. |
Heb 5, 7-9
Aprendió qué significa obedecer y llegó a ser causa de salvación eterna. |
Jn 12, 20-33
Si el grano de trigo que cae en la tierra muere, da mucho fruto. |
Domingo 5
Domingo del anuncio de la kénosis del Hijo (el gran de trigo) |
2 Cr 36,14-16.19-23
La indignación y la misericordia se manifiestan en el exilio y en la liberación de su pueblo |
Ef 2, 4-10
Muertos a causa de nuestros pecados, ustedes han sido salvados por su gracia |
Jn 3,1-14
Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él |
El miércoles de cenizas
Benedicto XVI afirma que la ceniza bendecida impuesta sobre nuestra cabeza nos invita a intensificar el empeño de conversión para seguir cada vez más al Señor. En efecto, “la Cuaresma […] nos recuerda que la vida cristiana es un camino que recorrer, que consiste no tanto en una ley que observar, sino la persona misma de Cristo, a la que hay que encontrar, acoger, seguir”. (Benedicto XVI, Catequesis “El recorrido bautismal de la cuaresma”, 9.3.2011).
En el actual Misal Romano se habla de bendecir “estas cenizas que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia” (introducción del rito) y luego en la segunda oración de bendición el Misal afirma:
“Señor y Dios nuestro, que no quieres la muerte del pecador sino que se arrepienta,
escucha con bondad nuestra oración y bendice + estas cenizas
que vamos a imponer sobre nuestras cabezas,
reconociendo que somos polvo y al polvo hemos de volver,
y concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales,
el perdón de nuestros pecados y la vida nueva a imagen de tu Hijo resucitado.
Que vive y reina por los siglos de los siglos”.
Una vez acabada la oración, el sacerdote simplemente rocía las cenizas con agua bendita. Seguidamente se dice que “todos los fieles se acercan al sacerdote que impone la ceniza sobre cada uno de ellos; a cada uno le dice” una u otra fórmula prevista por el rito. No se trata de una simple prescripción ritual ya que el derramamiento de la ceniza sobre las cabezas de los fieles recoge toda la riqueza del simbolismo bíblico (J. Aldazábal, Gestos y Símbolos, Dossiers CPL 40, Barcelona 19977, 146-152).
Con ocasión de la Nota sobre el miércoles de ceniza. Imposición de la ceniza en tiempo de pandemia, “lo único que se varió para ese momento fue el hecho de que el sacerdote se dirige a los presentes, diciendo una sola vez para todos la fórmula del Misal Romano”. En cambio, “la manera de realizar el gesto no tuvo variante alguna, fue la misma que siempre ha estado prevista por el Misal Romano: “el sacerdote toma la ceniza y la deja caer sobre la cabeza de cada uno”. Mario Enrique Quirós Quirós, Cartago Costa Rica, Circular. Indicaciones con respecto al rito de imposición de las cenizas (2023). Cf. también Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, Nota sobre el miércoles de ceniza. Imposición de la ceniza en tiempo de pandemia, 21 de enero de 2021, Prot. N. 17/21.
Asimismo, en la circular antes citada, se afirma que “para abrazar la integralidad del simbolismo bíblico asumido por la práctica eclesial y expresar toda la riqueza de su sentido pascual, la imposición de la ceniza se realiza derramándola sobre la cabeza de cada uno de los fieles mientras se dice alguna de las dos fórmulas previstas por la Iglesia. En esta última explicación se ve claramente la necesidad de unir el gesto (la imposición de las cenizas) y la palabra (una de las fórmulas indicadas por el Misal)[2].
Algunas reflexiones
Podemos decir que en este día se nos entrega una especie de «hoja de ruta» (un GPS) para nuestro camino cuaresmal.
Ante todo, resuena en este día y para toda la cuaresma el llamado de Dios a la conversión. Dios mismo, por medio del profeta Joel y del apóstol Pablo, nos invita a volvernos a Él, a dejarnos reconciliar con Él. Así nos lo dice el ministro en nombre de Dios al imponernos la ceniza: “Conviértete y cree en el evangelio”. Esta frase está tomada de Mc 1,15 que la presenta como el primer anuncio de Jesús. Allí se utiliza la palabra metánoia que significa conversión, cambio de mente y actitud. La predicación penitencial de Jesús encuentra su motivación en la llegada del Reino, signo del amor del Padre por los hombres.
En resumen, la conversión del hombre es una respuesta de fe a Dios en el interior de un diálogo que Dios mismo ha comenzado con su pueblo y que llamamos “alianza”.
La conversión es un Sí a la persona de Jesús, a su obra, a su mensaje, a su amor. Se trata de convertirse a y de creer en el amor de Cristo. La conversión es aceptar el amor de Dios en nuestras vidas, dejarse transformar por él y comunicarlo a los demás.
El evangelio de hoy nos presenta los medios o caminos para vivir y expresar nuestra conversión, como son la oración, el ayuno y la limosna.
En fin, tomando el tema desde la mirada – del ser visto – de la que nos habla el evangelio de hoy, podemos proponer esta “visión” sintética en tres miradas:
- Una mirada a Dios mediante la oración. Orar es elevar los ojos del corazón para encontrarse con «el mirar de Dios que es amor» (San Juan de la Cruz). Experimentar la mirada del Padre en lo secreto y a Él orientar todo nuestro ser buscando agradarle en todo.
- Una mirada sobre nosotros mismos a la luz que brota del mirar misericordioso de Dios. Esto permitirá que veamos, reconozcamos, confesemos y lloremos auténticamente nuestros pecados. Experimentaremos la compunción, signo de la verdadera conversión del corazón.
- Una mirada al prójimo, al que veremos ahora como hermano necesitado de mi comprensión, de mi perdón, de mi cariño, de mis bienes. Ahora el otro es un don.